La dinastía Tang fue una época de asombrosa apertura religiosa. Durante su gobierno imperial seguro, convivían múltiples sistemas de creencias.
El budismo alcanzó su apogeo en este periodo y se arraigó profundamente en la cultura china. La familia imperial apoyaba oficialmente el taoísmo, que competía con el budismo por influencia.
Muchas religiones extranjeras llegaron a China a través de la bulliciosa Ruta de la Seda. El cristianismo nestoriano, el zoroastrismo y el maniqueísmo encontraron su lugar en las ciudades Tang.
Este artículo analiza cómo interactuaron estas religiones entre sí, las políticas gubernamentales que las moldearon y la mezcla cultural única que definió la era religiosa de la dinastía Tang.
Mandato Imperial
El complejo panorama religioso de la dinastía Tang no fue casualidad, sino resultado directo de la política imperial.
El enfoque del gobierno sentó las bases para el crecimiento o declive de las distintas creencias. Los primeros gobernantes Tang, especialmente el emperador Taizong, actuaron con una mentalidad abierta y segura.
Reconocieron los beneficios prácticos de la tolerancia religiosa. Una política abierta atraía a comerciantes extranjeros y talentos esenciales para el comercio de la Ruta de la Seda.
Esta política se oficializó con bienvenidas históricas. En el año 638 d.C., el emperador Taizong emitió la famosa orden que recibió al monje cristiano nestoriano Alopen, procedente de Persia.
Le concedió permiso para traducir textos religiosos y construir un monasterio en Chang’an, la capital. Los emperadores Tang no solo permitieron la existencia de religiones.
Utilizaron activamente la religión para fortalecer su poder. Podían invertir grandes sumas en la construcción de majestuosos templos y en proyectos de traducción.
Este apoyo siempre estuvo condicionado al control estatal. El gobierno creó oficinas oficiales para supervisar los asuntos religiosos.
Todos los monasterios, templos y clérigos debían registrarse ante el gobierno, asegurando que ninguna agrupación religiosa alcanzara poder suficiente para desafiar al Estado.
La Edad de Oro del Budismo
El budismo fue la fuerza religiosa más poderosa durante la dinastía Tang. Pasó de ser una importación extranjera a formar parte esencial de la cultura china.
El respaldo imperial impulsó su auge. Emperadores y emperatrices financiaron magníficos monasterios y grandes proyectos para traducir textos sánscritos al chino.
La emperatriz Wu Zetian, única mujer gobernante de China, fue una ferviente promotora. Utilizó profecías budistas para legitimar su mandato y patrocinó enormes estatuas en las Grutas de Longmen.
El budismo atrajo a todas las clases sociales. La élite valoraba su compleja filosofía.
El pueblo encontraba consuelo en sus ideas sobre el karma, la reencarnación y la salvación. La dinastía Tang no solo importó el budismo, sino que lo transformó.
La religión se adaptó a la cultura china, creando escuelas de pensamiento distintivamente chinas. Esta adaptación garantizó la supervivencia y arraigo del budismo en la sociedad.
- El budismo Chan (Zen) cobró importancia en esta época, centrado en la meditación más que en los textos o rituales.
- El budismo de la Tierra Pura ofrecía un camino más sencillo, enseñando que pronunciar con devoción el nombre de Amitābha podía conducir a la salvación, lo que atraía a la gente común.
- Escuelas como Tiantai y Huayan desarrollaron sistemas filosóficos complejos, demostrando la capacidad del budismo para debates intelectuales profundos.
El monje Xuanzang representa el impulso espiritual de esta era. Realizó un arduo viaje de 17 años a la India para obtener textos budistas auténticos.
Sus viajes, inmortalizados en la novela Viaje al Oeste, fueron reales y peligrosos. Quería corregir errores en traducciones anteriores.
Al regresar a Chang’an, fue recibido como un héroe. Dedicó el resto de su vida a un enorme proyecto de traducción financiado por el gobierno.
Su labor influyó en el budismo de Asia Oriental durante siglos.
Taoísmo: La Religión del Estado
Mientras el budismo gozaba de popularidad entre el pueblo, el taoísmo ocupaba un lugar especial como religión de la familia imperial. Esto generó rivalidad y coexistencia entre ambas grandes creencias.
El alto estatus del taoísmo provenía de una reivindicación ancestral. La familia imperial Tang, cuyo apellido era Li, afirmaba ser descendiente directa de Laozi, fundador del taoísmo, cuyo nombre personal era Li Er.
Esta conexión confería autoridad divina a los gobernantes, vinculando su poder a una antigua tradición filosófica china.
El emperador Xuanzong elevó notablemente el estatus del taoísmo. Ordenó que cada hogar conservara una copia del Tao Te Ching.
También creó escuelas y templos estatales para estudios taoístas. Este apoyo oficial intensificó la competencia con el budismo.
Clérigos taoístas y budistas debatían frecuentemente en la corte, buscando ganarse el favor imperial. Los taoístas criticaban al budismo como “extranjero”, mientras que los budistas destacaban su filosofía sofisticada y organización.
A pesar de la rivalidad, ambas religiones se influenciaron mutuamente. El taoísmo comenzó a desarrollar monasterios organizados, un complejo panteón de dioses y rituales elaborados, muchos similares a prácticas budistas.
Creencias de Lejos
La verdadera diversidad religiosa de la dinastía Tang se refleja en la presencia de creencias extranjeras. Chang’an era una ciudad global donde las comunidades foráneas podían practicar libremente su fe.
En el Mercado Occidental de Chang’an, no solo se encontraban chinos, sino también mercaderes sogdianos, funcionarios persas y soldados túrquicos. Esta mezcla de gentes trajo múltiples creencias.
El gobierno Tang generalmente permitía que estas comunidades extranjeras practicaran sus religiones, construyendo sus propios templos e iglesias.
Esta tolerancia favoreció el comercio internacional y la diplomacia. Tres religiones del mundo persa establecieron presencia en la China Tang.
Aunque a menudo agrupadas, diferían en sus creencias y en el trato gubernamental. La Estela Nestoriana, un gran monumento de piedra de 781 d.C., ofrece evidencia sólida de esta diversidad religiosa.
Característica | Nestorianismo (景教) | Zoroastrismo (祆教) | Maniqueísmo (摩尼教) |
---|---|---|---|
Origen | Cristianismo persa-siríaco | Antigua Persia | Persa, combinación de zoroastrismo y cristianismo |
Creencia central (simplificada) | Jesús como recipiente humano del Cristo divino | Bien (Ahura Mazda) contra mal (Ahriman); culto al fuego | División radical entre reino de luz/espíritu y reino de oscuridad/materia |
Recepción imperial | Bienvenido: Considerado inofensivo. Elogiado por el emperador Taizong. | Tolerado: Principalmente limitado a comunidades persas. Conocido por el “culto al fuego”. | Restringido/Sospechoso: Frecuentemente visto con recelo por su naturaleza secreta. Más tarde adoptado por el Kanato Uigur. |
Pruebas clave | La Estela Nestoriana de Xi’an (erigida en 781 d.C.) | Registros de “templos de fuego” en la capital y otras ciudades. | Edictos Tang que lo prohibían entre chinos, pero permitían su práctica a extranjeros. |
De la Doctrina a la Vida Cotidiana
La diversidad religiosa Tang no solo se reflejaba en la política o el debate religioso, sino que moldeaba la vida diaria, el arte y la cultura mediante una constante interacción y mezcla.
Para una persona común en Chang’an o Luoyang, la identidad religiosa era a menudo fluida. La práctica de la fe era pragmática y sincrética.
Alguien podía visitar un templo budista para rezar por un buen renacimiento durante un festival y, ese mismo día, comprar un amuleto taoísta a un vendedor ambulante para protección.
En el mercado, interactuaba con mercaderes extranjeros de comunidades zoroastrianas o nestorianas. Esto muestra cómo la gente convivía con la diversidad religiosa.
Esta mezcla cultural influyó profundamente en las artes. El impacto de las distintas creencias define el arte Tang.
- La influencia budista se aprecia claramente en los templos-cueva de Dunhuang y Longmen. Las esculturas y pinturas muestran una fusión de estilos artísticos de India y Asia Central.
- La influencia taoísta impregna la poesía naturalista de la época. Poetas como Li Bai escribieron sobre temas taoístas como la espontaneidad, la armonía con la naturaleza y la libertad de las preocupaciones mundanas.
- La influencia extranjera se refleja en la famosa cerámica Tang de tres colores vidriados, que a menudo representaba figuras no chinas como mercaderes y bailarines de Asia Central, reflejando el mundo internacional de la Ruta de la Seda.
El calendario anual incluía festivales de múltiples tradiciones. Celebraciones como el cumpleaños de Buda eran eventos públicos importantes.
El Festival de los Fantasmas ejemplifica esta mezcla. Combinaba ideas budistas sobre ayudar a los ancestros sufrientes con tradiciones taoístas y populares chinas de culto a los antepasados, convirtiéndose en un evento cultural relevante para todos.
El Punto de Inflexión
La era de tolerancia religiosa terminó de forma abrupta y violenta. A mediados del siglo IX, cambios políticos y económicos provocaron una dura represión que transformó para siempre el panorama religioso chino.
La Gran Persecución Antibudista alcanzó su punto máximo en 845 d.C. bajo el emperador Wuzong. Varias causas la motivaron.
El gobierno enfrentaba una crisis económica y la riqueza de los monasterios budistas exentos de impuestos parecía un lastre para las arcas públicas. Además, una burocracia confuciana resurgente y consejeros pro-taoístas lograron presentar al budismo como una influencia extranjera dañina para los valores tradicionales chinos.
Las consecuencias fueron devastadoras. Según registros oficiales, se destruyeron alrededor de 4.600 monasterios y 40.000 santuarios menores.
Más de 260.000 monjes y monjas fueron obligados a reincorporarse a la vida laica. Aunque el budismo fue el principal objetivo, esta oleada de sentimiento anti-extranjero también aplastó a las otras religiones foráneas, eliminando prácticamente el nestorianismo, zoroastrismo y maniqueísmo en China.
Un Legado Duradero
El periodo religioso de la dinastía Tang representa un crisol único de creencias. Equilibró la tolerancia imperial, el apoyo activo y el control estatal absoluto.
Aunque la época de diversidad religiosa abierta terminó dramáticamente con la persecución de 845 d.C., su legado perduró. Las semillas culturales y espirituales sembradas en esta era, especialmente el budismo ya profundamente chino, continuaron moldeando la identidad de China durante siglos.
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